Han pasado días. No he actuado al respecto. La había sorprendido hablándole a una mosca. Su arriesgada confesión establecía un claro inconveniente en la comunicación:
- "Son épocas en las que no solo agonizo a causa de mi dislexia ya habitual, sino que además, he descubierto que todos se empeñan en construir, inclusive, su propio abecedario"- comentó a su interlocutora.
Continuó: - "He resignado mi existencia a la complicidad porque me ha abatido el suicidio de la comunicación"-