sábado, 30 de abril de 2011

Sobre héroes y tumbas.

No reviste demasiada complejidad considerar a un lejano, a un desconocido inalcanzable, como un héroe o una heroína (muy a la vista está en el ojo Occidental). Contrariamente, la dificultad reside en otorgarle semejante categoría a un ser amado y conocido hasta el más despreciable extremo; desafiante emprendimiento. Sin embargo, asimilando la contradicción intrínseca entre lo que dije y lo que diré, y en un intento de volver aparente una objetividad que solo se construye desde la más evidente de las subjetividades, puedo indudablemente dictaminar que Sábato ha sido un héroe.
Tal vez porque crea que cada uno de sus lectores ha sufrido las mismas transformaciones que yo al leer sus ensayos, al apreciar cada palabra de sus novelas. Tal vez porque crea soberbiamente que quien lo leyó y no sintió nada, no lo entendió. Porque lo considere un irremediable erudito, o porque haya sido pieza fundamental en la CONADEP. En fin, razones, a mí me sobran.
En el día de su muerte, retomar este espacio me parece apropiado y oportuno. Además algo de kafkiana tuvo su vida.
Dijo, años atrás, que sus ensayos son "la reflexión inevitable de un hombre de nuestro tiempo". Respuesta al "cuestionario Proust" en Otros ensayos (1956-1996) para quienes quieran leer a Sábato hablando de Sábato:

Respuesta al "cuestionario Proust"
- ¿El principal rasgo de mi carácter?
- Angustia, paradójicamente unida a una gran vitalidad.
- ¿La cualidad que deseo en un hombre?
-Coraje más generosidad.
-¿La cualidad que prefiero en una mujer?
-Belleza, con fervor e intuición.
-¿Lo que más aprecio en mis amigos?
-La fidelidad.
-¿Mi principal defecto?
-Mi extrema susceptibilidad.
-¿Mi ocupación preferida?
-Ahora, la pintura.
-¿Mi sueño de dicha?
-Vivir con los que quiero durante algunos centenares de años. El oficio de vivir es tan difícil y la vida tan corta que cuando se lo comienza a aprender ya hay que morirse. No querría ser eterno, porque la eternidad le quitaría valor a los hechos de la existencia, todos transitorios; pero me gustaría vivir una cantidad razonable de años, esos centenares.
-¿Cuál sería mi mayor desgracia?
-Perder a Matilde, la compañera de toda mi vida, desde que éramos unos chicos.
-¿Qué quisiera ser?
-Ahora un pintor capaz de expresar intuiciones que no pude expresar con palabras.
-¿Dónde desearía vivir?
-Donde vivo, en mi tierra; desventurada como es, imperfecta como es. Porque es donde nací, fui niño, tuve ilusiones, quise transformar el mundo, amé y sufrí. Y porque a una tierra nos unen entrañablemente no solo sus felicidades sino -y sobre todo- sus tristezas y precariedades.
-¿El color que prefiero?
-Esta es ya una de las preguntas que no me gustan en este famoso cuestionario, porque el hombre es demasiado contradictorio e insaciable para conformarse con un color, con un músico, con un escritor. Ya, por lo pronto, la dialéctica del día y la noche es también la dialéctica de lo fantástico y lo cotidiano, de lo simbólico y lo racional. Todos somos santos y demonios, según el que tenemos delante, según las circunstancias. Todos somos piadosos y despiadados, ateos y religiosos. Al menos, así me lo dicen mi propia experiencia y mis innumerables contradicciones. Tal vez por eso he sido novelista, pues los personajes de ficción son hipóstasis, muchas veces opuestas, del mismo corazón. ¿Colores? No sé, creo que todos, según el momento y el estado de ánimo.
-¿La flor que prefiero?
- Hay ocasiones en que me deslumbra una orquídea, y otras en que me extasío examinando de cerca alguna pequeñita flor silvestre, como esa que en nuestro campo se llama "corazón de novia".
-¿El pájaro que prefiero?
-Sobre todo, las aves de gran altura, cuando vuelan: el águila, el cóndor.
-¿Mis autores preferidos en prosa?
-Dostoievsky, Cervantes, Tolstoi, Stendhal, Proust, Kafka, Thomas Mann, Chéjov, Virgina Woolf, el Thomas Hardy de Judas el oscuro, Malcom Lowry, y muchos más.
-¿Mis héroes de ficción?
-El Quijote.
-¿Mis heroínas favoritas de ficción?
- Aquellas de las que podría haberme enamorado. Alguna mujer de Standhal, por ejemplo; o de Dostoievsky.
-¿Mis compositores preferidos?
-Los barrocos, sobre todo en los movimientos lentos; Vivaldi, en particular, especialmente el concierto para violoncelo en mi menor; el solemne y ceremonioso Haendel; Corelli, y el inevitable Bach: el coral "Jesús, alegría del hombre". Cito al azar del recuerdo, es absurdo decir esto o aquello. Y porque me da rabia tanta injusticia, el menosprecio de tanta gente, el Schubert grande (pienso ahora en ese patético llamado de ayuda del segundo movimiento del quinteto opus 163, o en sus lieder, en la música sombría que acompaña aquel verso de Heine "in diesem Hause wohnte mein Schatz": en esta casa vivía mi amada). Pero para qué dar detalles: toda la música, por un motivo o por otro. Hasta alguna canción de los Beatles, o una hermosa de John Lennon, acompañada de piano, cuyo nombre no recuerdo. Es como eso que dije antes de la florecita silvestre. Y Schumann, y partes del quinteto para clarinete de Brahms, y Bela Bartok, y qué sé yo cuánta música más.
-¿Mis pintores predilectos?
- No, tampoco me gustaría especificar: hay decenas de pintores que me fascinan o me gustan o me hacen pensar o soñar, según el día, la melancolía o la pasión, el sol o la luna.
-¿Mis héroes de la vida real?
-El Che Guevara, ese hombre que siempre combatió de frente, y que murió tristemente en medio de la soledad, la selva y la derrota. Ese hombre noble que se permite invocar tanto miserable que asesina inocentes con bombas en una playa, o en un aeropuerto, anónima y cobardemente.
-¿Mis heroínas históricas?
-Mi madre.
-¿Mis nombres favoritos?
- Alejandra.
-¿Qué detesto más que nada?
-Las pasiones menores y vergonzosas: esa hermana despreciable de la prudencia que es la cobardía, esa especie de caricatura del orgullo que es la vanidad, ese pariente pobre y resentido de la admiración que es la envidia.
-¿Qué caracteres históricos desprecio más?
-Hitler y Stalin.
-¿Qué hecho militar admiro más?
-Las luchas heroicas de los pueblos desvalidos contra los opresores poderosos.
-¿Qué reforma admiro más?
-La que nos puede dar un mundo en que no haya niños que se mueran de hambre. En que haya justicia social pero con libertad: ni tiranía del dinero ni tiranía del buró político.
-¿Qué dones naturales quisiera tener?
-La bondad absoluta.
-¿Cómo me gustaría morir?
-Consciente de mí mismo, sin injertos ni operaciones monstruosas, como yo mismo: no como una basura anónima y drogada.
-¿Estado presente de mi espíritu?
- Angustia por el destino de mi patria.
-¿Hechos que me inspiran más indulgencia?
-Las debilidades humanas, pero no sus bajezas.
-¿Mi lema?
-Resistir.

La Vanguardia, Barcelona, febrero de 1980.